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Desde el 11 hasta el 14 de este mes fui recibido por los hermanos del Yermo Camandulense de Santa María de los Angeles, en Pregonero, Táchira.
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Pasé esos pocos días como un Monje más. Básicamente la pasé en oración, oración, oración y un poco de trabajo.
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Desde las 3:45 a.m. nos reuniamos a orar con la Vigilias, oración de salmos, y luego seguíamos en varias horas del día: 6 a.m. con los Laudes y la Misa, 11:45 a.m. con la Tercia, 2 p.m. con la Sexta, 4.45 p.m. con la Nona y terminábamos a las 7 p.m. con las Vísperas. Muy bonitas oraciones, cantadas todas ellas a un ritmo pausado, sin apuros, de pie o de rodillas la mayor parte del tiempo. Otro mundo comparado con el corre corre de Caracas...
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Como ya hice al despedirme de ellos, agradesco enormemente a estos hermanos: Santiago, Clemente, Pablo y Angel ( quien es exelente cocinero y pintor, ya les diré más), por haberme dejado compartir esa vida simple pero fuerte, sencilla y a la vez profunda, un universo distinto del que conocía. Dios nos bendiga por sus oraciones.