Hoy fue la graduación de bachiller de la Sra. Manuela, la única de la casa en poder terminar sus estudios y la única hija de la Señora Mayor que ha seguido soltera y sin hijos ( al menos no aparecen por la casa) a pesar de ser una de las mayores. Hoy llegó llena de orgullo y con una alegría algo alborotada, quizá por algun traguito en la celebración. Yo también sentí que ese orgullo y esa alegría eran mios porque en parte la ayudé a conseguir ese logro.
La Señora Manuela hiba todos los fines de semana a la escuela de adultos para sus clases y alguno que otro Domingo yo la acompañaba, llevado por ella claro y con el debido permiso de la Señorita. Me vestía con el mayor cuidado, cosa que nadie en esta casa hacía, y me sentaba a su lado durante las clases. Ella también se llevaba su racíon de burlas a la salida del barrio y en los inicios de mis salidas a su lado algún compañero y hasta un profesor ponían cara de: ¿ Qué hace éste por aquí?....pero nada que una mirada dura de la Señora Manuela no pudiera arreglar. No sé cómo se las hacía pero en las clases lograba que yo pusiera toda mi atención en cada explicación, especialmente de matemáticas e inglés, y de esa manera grabara sílaba a sílaba y número a número cada una de ellas. Una vez en casa se ponía a hacer las tareas y trabajos que le habían mandado y de vez en cuando, tengo que recalcar que siempre hacía todo lo que podía por sí sola, me llamaba y me preguntaba si lo que había resuelto estaba bién y en qué podría mejorarlo, y yo, cual sirviente mecánico que soy, le daba los toques a sus ya muy adelantadas tareas, ¿no hiba a salir bien?
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