Aunque estoy agradecido por la hospitalidad de mis nuevos dueños no dejo de esperar el momento en que puedo salir de esta tortura de ropa mojada y niños juguetones. De vez en cuando me dejan acompañarlos a su cortas salidas para hacer las compras en el centro de abastecimiento más cercano. No sé en realidad cuál es el objetivo de que los acompañe, pues mi sóla presencia genera multitud de comentarios entre los vecinos. Ayer mismo salí con la Señorita a una pequeña compra. Ella es la más amable conmigo, quizá porque es la que todos reconocen como mi dueña por haberme traido a la casa. Mientras subíamos la cuesta hasta "La bodega", nombre impropio para una ventana de otra casa cualquiera donde expenden muy poca cosa, tuve que soportar la nueva burla de los pequeños terrorista de los alrededores: " ¿ Volviste a salir cun tu novia, bicho raro?", " Por ahí viene Robocop", " Bájate los pantalones para verte el suiche". Este último insulto a mi integridad como máquina y su consiguiente ademán generó muchas risas, repimidas por unas palabras fuertemente dichas por la Señorita y un jalón de mi brazo que casi me tira al suelo.
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